29 octubre 2007

VICTOR HUGO HUERTA BEIZA





El 3 de noviembre de 1983 fue detenido en la vía pública en Concepción, Víctor Hugo HUERTA BEIZA, de 52 años, militante del PC, por civiles armados. Horas después murió en un enfrentamiento, según la versión oficial, con efectivos de la CNI.
A las 17:30 horas de ese mismo día fue allanado su domicilio lo que hace suponer que ya estaba en poder de la CNI.
En el informe de autopsia consta que recibió más de 10 impactos de bala, que la causa precisa y necesaria de la muerte es "una herida cráneo cerebral inferida con un proyectil de calibre 9, que la referida herida por su forma estallada, puede haber sido inferida con arma apoyada y ha seguido un trayecto de delante‑atrás."
La Comisión, considerando los antecedentes reunidos, ha llegado a la convicción de que Víctor HUERTA fue ejecutado por efectivos de la CNI, no siendo veraz la información de que murió en un enfrentamiento, por lo que considera su muerte como una violación a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales.

Informe Rettig
http://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20H/victor_hugo_huerta_beiza.htm

Misión secreta en Concepción

Por Manuel Salazar Salvo

A las 14 horas del 3 de noviembre de 1983, Víctor Hugo Huerta Beiza, dirigente del Partido Comunista en Concepción, se bajó de un taxi en la esquina de las calles Carrera y Paicaví. Sorpresivamente cayeron sobre él varios hombres de civil que a la fuerza lo subieron a un automóvil y partieron con rumbo desconocido.

En las horas siguientes, Huerta Beiza fue severamente torturado. Los golpes y las descargas eléctricas lo dejaron exánime.

Esa misma tarde, el dirigente comunista fue conducido al barrio Pedro de Valdivia. Allí, en la calle Sanders, uno de los agentes de la CNI apoyó un arma en la frente de Huerta y disparó una bala calibre 9 milímetros que le cruzó de arriba abajo su cabeza, provocándole una muerte inmediata.

Otro grupo operativo de la CNI, en tanto, había llegado a las 17 horas al domicilio del secuestrado, en calle Carrera esquina de Orompello.

Conocían cada detalle de la vivienda.

Era evidente que la información se las había proporcionado el dueño de casa.

Al día siguiente, la CNI, en un comunicado oficial, dio cuenta de un enfrentamiento con extremistas en el barrio Pedro de Valdivia.

No se habían registrado heridos y sólo había una víctima: Víctor Hugo Huerta Beiza, que tenía un hoyo de cinco centímetros en su frente, ocasionado por un balazo a quemarropa, y otros 12 impactos en el resto del cuerpo.

El cuerpo tenía además uno de sus brazos quebrados y una serie de líneas negras que cubrían gran parte de su espalda, desde los hombros hasta los glúteos.

Esas huellas habían sido dejadas por las descargas eléctricas a las que lo habían sometido sus captores.

En los días siguientes, abogados de la familia recurrieron a los tribunales de justicia para intentar esclarecer la muerte del dirigente comunista.

Se logró incluso identificar a algunos de los presuntos responsables del asesinato, pero la Primera Fiscalía Militar de Concepción se negó a procesar al principal inculpado, el agente de la CNI, Cristián Ramírez Flores, quien reconoció haber disparado.

En el fallo, los tres ministros militares -Hernán Chávez Sotomayor, Hugo Musante Romero y Joaquín Erlbaum Thomas- se negaron a encargar reo a Ramírez Flores.

Los dos ministros letrados -Mario Garrido Montt y Juan González Zúñiga-, estuvieron por revocar el fallo de la Primera Fiscalía Militar de Concepción, y encargar reo al presunto homicida.

Ello, sin embargo, no ocurrió y el caso fue sobreseído.

Adolfo Montiel Gómez, abogado de la familia decidió esperar.

El 11 de mayo de 1990 solicitó a la Primera Fiscalía Militar de Concepción desarchivar y reabrir el sumario, por existir, en su opinión, nuevos antecedentes que acreditaban la solicitud.

Montiel pidió al tribunal que solicitara al Gabinete Central de Identificación, las fichas dactiloscópicas y las fotografías de los agentes de la ex CNI Cristián Ramírez Flores y Mario Bravo Oyarzún, supuestas "chapas" empleadas por dos ofciales de Ejército.

El abogado requirió además que se citara a declarar a Miguel Valencia, alias "El espanta la virgen"; Emiliano Vergara, alias "El monje loco"; un tal Fuentes, apodado "El cazuela"; y, Manuel Tello.

El nombre de Mario Bravo Oyarzún, un capitán de Ejército que pidió no divulgar su nombre apelando a razones de seguridad nacional, correspondía a una de las identidades falsas empleadas por Carlos Herrera Jiménez, alias "Bocaccio", quien había sido enviado por la jefatura dela CNI desde Viña del Mar a Concepción para enfrentar al MIR y al naciente Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

http://www.purochile.org/hlla0105.htm



05 octubre 2007

Recuerdan a los cinco últimos detenidos desaparecidos de la dictadura militar



Fueron detenidos entre el 8 y el 17 de septiembre de 1987, cuando ya se creía que esta inhumana práctica represiva no volvería a repetirse en el país. En memoria de ellos, y en especial de Gonzalo Fuenzalida, joven penquista detenido en Santiago, se realizó un acto en la Universidad de Concepción.



-“Tú tienes que estar preparada...” – le repetía con insistencia su hijo Gonzalo Fuenzalida.
-“Sí, hijo, lo sé y estoy preparada” –le aseguraba su madre, Digna Navarrete.
Sin embargo, nada podría haberla preparado para lo que ocurrió. En 1987 las protestas se sucedían en el país y algunos hechos marcaban el acontecer cotidiano: la matanza de doce opositores en junio de ese año y el secuestro del coronel Carreño. Pero no sería lo único. Un nuevo hecho represivo conmovería al mundo de los derechos humanos: la desaparición forzada de cinco jóvenes que habían sido detenidos entre el 8 y el 17 de septiembre en Santiago.

Se trataba de Alejandro Pinochet Arenas, 23 años, José Julián Peña Maltés, 36, Manuel Sepúlveda Sánchez, 28, Julio Muñoz Otárola, 34 y Gonzalo Fuenzalida Navarrete, 26.

Precisamente en memoria de Gonzalo Fuenzalida, su familia y compañeros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, al cual pertenecía, organizaron un acto en su memoria que se efectuó el pasado 4 de septiembre en la Universidad de Concepción.

Gonzalo, fue detenido el 8 de septiembre de 1987 en Santiago, donde se encontraba. Su mamá estaba en Concepción y fue a través de la polola de su hijo, Patricia, que supo de su detención.

“Su polola vino a contarme. Lo primero que hice fue irme a la Vicaría a Santiago, ahí empezó a la búsqueda, hicimos mítines, eucaristía, muchas cosas se hicieron por los chiquillos, pero nunca logramos saber qué pasó”, relata Digna Navarrete.

Ya transcurrieron veinte años y lo único que se dice de ellos es que los tiraron al mar. Pero Digna se rehúsa a creerlo. “Para mí es una hipótesis que nunca voy a creer mientras no lo vea. Eso me mantiene tensa, con angustia por no saber si será cierto o no eso que dicen”, reconoce.

Tampoco se le pasó por la mente que las desapariciones forzadas de opositores a la dictadura militar que se produjeron durante los primeros años del golpe del 11 de septiembre de 1973, podrían repetirse mucho tiempo después. Pero así fue. “Nunca lo pensé. Cuando esto pasó, me dije que los chiquillos iban a aparecer, hasta que transcurrió el tiempo y me di cuenta que no era así”.

En las numerosas acciones y gestiones que hizo junto a los familiares de los otro cuatro jóvenes desaparecidos, recuerda una conversación con el entonces cardenal Juan Francisco Fresno. Esto debido a que por esos días se clamaba por la liberación del coronel Carreño que había sido secuestrado por opositores a Pinochet.

“Nosotros fuimos a hablar con el cardenal Juan Francisco Fresno porque él había hecho llamados para que liberaran a Carreño y yo le pregunté por qué pedía para que volviera Carreño a su casa y me dijo que sus hijos le enviaban papelitos y pedían por él. Entonces le dije: padre, mi hijo no tiene hijos pero sí una madre que lo espera y si hizo algún daño que se le castigue pero no me tengan es esta angustia. Me contestó que iba a hacer todo lo posible por saber dónde estaban...”
Como militante del Frente, Gonzalo tenía clara conciencia de que en algún momento algo le podía pasar, De hecho había sido detenido en 1982 en el curso de una protesta.

“Estaba consciente y siempre me decía: “Digna tú tienes que estar preparada” y yo le contestaba: “sí, hijo, lo sé y estoy preparada”, pero ahora me doy cuenta que no estuve nunca preparada para eso. Nunca para lo que sucedió”, reconoce con tristeza Digna Navarrete.

Lamenta que la justicia no haya avanzado mucho en el caso, según su apreciación “mientras los asesinos no hablen, mucho no se va a lograr”.

Mientras, hace esfuerzos por mantener viva la memoria de lo que pasó, de reivindicar lo que fue Gonzalo.

Y es que su madre afirma que lo recuerda todos los días: “Camino por una calle por donde él pasó, tomo una micro a Penco y lo recuerdo. Gonzalo era un muchacho alegre, tranquilo, que le gustó siempre la justicia, recuerdo que decía que quería que Chile fuera libre, que todos tengamos derechos, que no haya injusticia ni exclusión, eso era Gonzalo, era un luchador y yo quiero imitar sus pasos por eso estoy aquí y pertenezco a la Agrupación. Siempre lo he dicho, mientras pueda caminar, pueda ver, y pueda hablar lo voy a hacer por Gonzalo”.

Por M.E.Vega
Concepción, 5 de septiembre de 2007.-
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