05 octubre 2007

Recuerdan a los cinco últimos detenidos desaparecidos de la dictadura militar



Fueron detenidos entre el 8 y el 17 de septiembre de 1987, cuando ya se creía que esta inhumana práctica represiva no volvería a repetirse en el país. En memoria de ellos, y en especial de Gonzalo Fuenzalida, joven penquista detenido en Santiago, se realizó un acto en la Universidad de Concepción.



-“Tú tienes que estar preparada...” – le repetía con insistencia su hijo Gonzalo Fuenzalida.
-“Sí, hijo, lo sé y estoy preparada” –le aseguraba su madre, Digna Navarrete.
Sin embargo, nada podría haberla preparado para lo que ocurrió. En 1987 las protestas se sucedían en el país y algunos hechos marcaban el acontecer cotidiano: la matanza de doce opositores en junio de ese año y el secuestro del coronel Carreño. Pero no sería lo único. Un nuevo hecho represivo conmovería al mundo de los derechos humanos: la desaparición forzada de cinco jóvenes que habían sido detenidos entre el 8 y el 17 de septiembre en Santiago.

Se trataba de Alejandro Pinochet Arenas, 23 años, José Julián Peña Maltés, 36, Manuel Sepúlveda Sánchez, 28, Julio Muñoz Otárola, 34 y Gonzalo Fuenzalida Navarrete, 26.

Precisamente en memoria de Gonzalo Fuenzalida, su familia y compañeros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, al cual pertenecía, organizaron un acto en su memoria que se efectuó el pasado 4 de septiembre en la Universidad de Concepción.

Gonzalo, fue detenido el 8 de septiembre de 1987 en Santiago, donde se encontraba. Su mamá estaba en Concepción y fue a través de la polola de su hijo, Patricia, que supo de su detención.

“Su polola vino a contarme. Lo primero que hice fue irme a la Vicaría a Santiago, ahí empezó a la búsqueda, hicimos mítines, eucaristía, muchas cosas se hicieron por los chiquillos, pero nunca logramos saber qué pasó”, relata Digna Navarrete.

Ya transcurrieron veinte años y lo único que se dice de ellos es que los tiraron al mar. Pero Digna se rehúsa a creerlo. “Para mí es una hipótesis que nunca voy a creer mientras no lo vea. Eso me mantiene tensa, con angustia por no saber si será cierto o no eso que dicen”, reconoce.

Tampoco se le pasó por la mente que las desapariciones forzadas de opositores a la dictadura militar que se produjeron durante los primeros años del golpe del 11 de septiembre de 1973, podrían repetirse mucho tiempo después. Pero así fue. “Nunca lo pensé. Cuando esto pasó, me dije que los chiquillos iban a aparecer, hasta que transcurrió el tiempo y me di cuenta que no era así”.

En las numerosas acciones y gestiones que hizo junto a los familiares de los otro cuatro jóvenes desaparecidos, recuerda una conversación con el entonces cardenal Juan Francisco Fresno. Esto debido a que por esos días se clamaba por la liberación del coronel Carreño que había sido secuestrado por opositores a Pinochet.

“Nosotros fuimos a hablar con el cardenal Juan Francisco Fresno porque él había hecho llamados para que liberaran a Carreño y yo le pregunté por qué pedía para que volviera Carreño a su casa y me dijo que sus hijos le enviaban papelitos y pedían por él. Entonces le dije: padre, mi hijo no tiene hijos pero sí una madre que lo espera y si hizo algún daño que se le castigue pero no me tengan es esta angustia. Me contestó que iba a hacer todo lo posible por saber dónde estaban...”
Como militante del Frente, Gonzalo tenía clara conciencia de que en algún momento algo le podía pasar, De hecho había sido detenido en 1982 en el curso de una protesta.

“Estaba consciente y siempre me decía: “Digna tú tienes que estar preparada” y yo le contestaba: “sí, hijo, lo sé y estoy preparada”, pero ahora me doy cuenta que no estuve nunca preparada para eso. Nunca para lo que sucedió”, reconoce con tristeza Digna Navarrete.

Lamenta que la justicia no haya avanzado mucho en el caso, según su apreciación “mientras los asesinos no hablen, mucho no se va a lograr”.

Mientras, hace esfuerzos por mantener viva la memoria de lo que pasó, de reivindicar lo que fue Gonzalo.

Y es que su madre afirma que lo recuerda todos los días: “Camino por una calle por donde él pasó, tomo una micro a Penco y lo recuerdo. Gonzalo era un muchacho alegre, tranquilo, que le gustó siempre la justicia, recuerdo que decía que quería que Chile fuera libre, que todos tengamos derechos, que no haya injusticia ni exclusión, eso era Gonzalo, era un luchador y yo quiero imitar sus pasos por eso estoy aquí y pertenezco a la Agrupación. Siempre lo he dicho, mientras pueda caminar, pueda ver, y pueda hablar lo voy a hacer por Gonzalo”.

Por M.E.Vega
Concepción, 5 de septiembre de 2007.-
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